
Desde ya mismo, ¡un millón de gracias!
El pasado Enero 2017, volvimos a celebrar otra campaña de Tu Regalo de Reyes con el éxito necesario para que todos, niños y mayores recibiesen su regalo de manos de unos magníficos y solidarios Reyes Magos.
Muchas gracias a todos por vuestra labor y esfuerzo con los más necesitados.
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Hace 22 días, Marissa Montoya (colombiana, 36 años) estaba profundamente dormida, como acostumbra, cuando unos golpes en la puerta de su habitación la despertaron en mitad de la noche al grito de «¡Madre, que estamos de parto!». Y, a partir de ese momento comenzó un trajín de preparativos, monjas y nervios que concluyó cinco horas después con una joven y su hijo recién nacido en el Hospital de Cabueñes. Un bebé que hoy es el benjamín de la Casa de Acogida para Madres Gestantes de La Guía. El primero que «nace» entre sus muros.
Marissa Montoya es la superiora de la Casa, un torbellino de mujer «enormemente feliz» al frente de este proyecto que tiene tres meses de vida junto con otras dos religiosas de la congregación Madres de los Desamparados y San José de la Montaña, a las que se suman las que dirigen el Colegio Virgen Reina. Tres monjas (colombiana, chilena y española) que llevan tres meses empeñadas en «ser madres para las madres» gracias a las catorce plazas de una vivienda recién construida y «con las puertas abiertas de par en par a cualquier joven embarazada con dificultades para que pueda sacar adelante su embarazo».
Durante ese tiempo han acogido a cinco mujeres. Algunas con hijos y otras a pocas semanas de dar a luz. De otros países y asturianas, pero con una característica común: «No tienen trabajo ni recursos para enfrentarse al mercado laboral. Sus situaciones son muy difíciles».
Una de ellas es Sonia -nombre ficticio-, que llegó a La Guía por consejo de una asociación pro vida y que, pese a que sus padres viven muy cerca de Gijón, no pueden hacerse cargo ni de ella ni del bebé. Porque, apenas rebasada la veintena, tiene un pequeño de diez meses «que se ha convertido en la alegría de la casa» una vez que los dos han conseguido sentirse en ella «como en una familia». Aunque, en un primer momento, reconoce la joven, lo de ir a «una casa con monjas» no le sonó nada bien. «Hasta que las conocí. Entonces ya sí».
Lo que Sonia encontró en la Casa de La Guía son espacios amplios y luminosos, un huerto con gallinas y un pequeño invernadero, orden y limpieza. Pero, sobre todo, un lugar en el que «las tareas se comparten y una llega donde no llegan las otras» y en las que las tres monjas-madres se esfuerzan «porque las chicas encuentren la estabilidad para poder enfrentarse a un mundo que es duro» por más que el lema personal de la superiora sea «no hacer problema donde no lo hay».
Necesitamos de todo
Para conseguirlo, organizan talleres en los que cuentan con la colaboración de muchos. «Hay psicólogas y educadoras sociales con una calidad humana enorme que vienen gratis como voluntarias. Y nos han donado de todo, desde juguetes a un armario, porque necesitamos de todo, desde mamparas para garantizar la privacidad de las chicas a visillos o un seto, así que podemos decir que a solidaridad de los gijoneses es increíble, pero, aún así, necesitamos socios para seguir adelante con este proyecto», defiende Marissa Montoya, de profesión maestra.
Son la forma de garantizar unos ingresos fijos, «aunque la aportación sea pequeña, porque un poquito y otro poquito hacen un muchos. Porque no son nuestros hijos, pero como si lo fueran. De todos».
Este años nos desborda la demanda de regalos para nuestros mayores que son atendidos y cuidados en las residencias. La prensa se hace eco de la noticia.
No importan razas, creencias o religión; otro mundo mejor es posible con libertad y justicia para los más desfavorecidos.
Escuchamos música, vemos películas, leemos libros, consultamos páginas de Internet. La cantidad de informaciones y de estímulos puede aturdir los corazones. Pero luego, ¿buscamos tiempo para pensar?
Un modo de vivir desordenado nos ha llevado a suponer que no tenemos tiempo para la reflexión. En realidad, el tiempo no ha cambiado: la Tierra se mueve hoy como hace mil años (a no ser que los astrónomos tengan que precisar este dato). Lo que ha cambiado es nuestro modo de vivir o, mejor, nuestro modo de malvivir.
Con menos prisas, con menos solicitaciones, con menos angustia por lo accesorio, seremos capaces de abrir espacios para pensar. No de un modo egoísta: un pensamiento encerrado en uno mismo resulta extremadamente pobre e inhumano. Sino de un modo abierto, solidario, disponible a la escucha de los “sabios” en humanidad, en alegría, en justicia, en experiencias buenas, en ideas verdaderas.
Necesitamos rescatar tiempo para abordar temas esenciales: el origen de la vida, el horizonte que se abre tras la muerte, la dignidad de cada hombre o mujer: nacido o no nacido, rico o pobre, con títulos o sin ellos. Necesitamos invertir la mejor parte de las energías interiores en ese asunto que desde que el hombre es hombre ha preocupado a millones de habitantes de nuestro planeta
El día empieza. Lo susurra o lo grita un despertador inflexible, o un pájaro que picotea en la ventana. Mil “necesidades” intentarán ocupar nuestros minutos e inquietar el alma hasta impedir que la mirada atisbe lo esencial, lo importante, lo que nunca acaba.
Si ponemos orden en la agenda interna, si dejamos de ser esclavos de mensajes que nos aturden y oprimen, lograremos abrir espacios para lo que nunca pasa, para lo realmente importante, para lo que más necesitamos: Paz y Amor.
FELIZ NAVIDAD!
La radiografía que se dibuja de la sociedad actual es de una pobreza más extensa, más crónica y una convivencia que se asienta cada vez más en una sociedad distribuida en dos únicas clases: ricos y pobres. Un panorama más propio de países emergentes que de democracias consolidadas.
La clase media, la gran conquista del siglo XX, el sustrato que garantiza la estabilidad económica, social y política de los Estados avanzados adelgaza a velocidad de vértigo, con los graves riesgos de toda índole que ese movimiento plantea. Qué fácil es perder lo que hemos tardado años, décadas incluso, en conquistar.
La opción que se plantea al sector financiero para que admitan iniciativas como por ejemplo la vivienda a cambio de saldar la hipoteca de las familias en paro y con graves problemas económicos encarecerá sin duda los préstamos y, aunque de forma limitada, puede llegar a impactar en los ingresos de Hacienda.
En la medida en que los bancos contabilicen esos créditos fallidos como pérdidas, caerá su beneficio y, a su vez, la transferencia que, en concepto de impuesto de sociedades, transfieren a las arcas públicas. Es decir, una vez más, lo pagaremos todos, de forma proporcional, con cargo a nuestros bolsillos. Aunque, desde el punto de vista social, puede frenar la dinámica de exclusión social a la que se ven abocadas un número creciente de familias.
Los llamados países ricos son exponentes de un increíble avance científico y técnico, pero, en el terreno de las conquistas o preservación de valores humanos, estamos igual, o incluso peor, que en la época de las cavernas.
Olvidados casi completamente de los principios cristianos (que queramos o no, tiene nuestra civilización históricamente), de donde derivan esencialmente dichos valores, y sumidos en el idiotismo retrógrado de guerras y violencia, materialismo y consumismo feroz, insolidaridad humana en todos los aspectos, estamos muy lejos de alcanzar un mundo más habitable y humano, con la paulatina desaparición de esas brutales diferencias económicas, políticas, sociales y culturales existentes entre unos países y otros.
Tras el gran fiasco de las políticas incapaces de solucionar los problemas del hombre, sin destruir su libertad y su esencia espiritual, el capitalismo, tal como se concibe actualmente, generador de crueles injusticias y deshumanización, es un sistema político y social que pide a gritos una revisión profunda si no quiere convertirse en un totalitarismo más sin rostro humano.
La tercera edición de «Pedales de ilusión» congregó a más de 350 personas que pedalearon a favor de los niños enfermos de Neuroblastoma.
La marcha ciclista, celebrada el pasado 7 de octubre en el Pinar de Las Rozas (Madrid), estuvo organizada por la Asociación de Padres de Niños Enfermos de Neuroblastoma (NEN) en colaboración con NetAp. Con su participación en la marcha solidaria «Pedales de ilusión 2012», los 350 ciclistas ayudaron a recaudar más de 18.000 euros que se destinarán a investigar el Neuroblastoma, un cáncer infantil muy agresivo que todavía es mortal en más de la mitad de los casos. Los organizadores de esta tercera edición de «Pedales de ilusión» se mostraron muy satisfechos con la participación y los fondos recaudados, ya que les serán de gran utilidad para seguir luchando contra el Neuroblastoma.
Enhorabuena por los resultados!